martes, 7 de febrero de 2017

Charla de Defensorías de Género en “La casa de Allende” en Berlín

Por Carla Gómez

Nota escrita por nuestra compañera, Carla Gómez, que está realizando una gira por varios países europeos con el objetivo de hacer conocer las Defensorías de Género y recoger las experiencias de los movimientos de mujeres. :

La actividad comenzó unos días antes, buscando el lugar, que costó conseguir, según me dijo Mayra. Es que aquí, en Berlín, la vida política es distinta, más bien subterránea, diría yo. Hay muy pocas actividades de índole pública y para todo se debe pedir permiso. Además, decir “pueblo kurdo” en público es mala palabra, por decirla te pueden meter preso y devolver a tu país de origen.

Acá está lleno de kurdos exiliados y gente de muchos otros países, que habla un mínimo de dos idiomas. Estamos en Europa, los trenes pasan cada tres minutos y bajo tierra, el bus cada cinco y casi no hay autos en la calle. ¡Para qué querés, autos si el transporte público funciona bien!

Todo tiene calefacción porque las temperaturas son muy bajas y, en general, tenemos servicio de Internet en los medios de transportes. Yo pensaba que eso nos vendría muy bien para todas las escuelas públicas de mi país. Sin embargo, a pesar de todo, la vida acá tampoco es fácil, porque el mismo sistema muestra sus contradicciones a cada rato.

No podíamos hacer la charla en determinados lugares, donde en general se reúnen luchadores, “si van a hablar de los kurdos no”, “eso está prohibido”, “eso es peligroso” y así... Hasta que nos aceptaron en un local de la KDP -Komunismus deutsch patey- fueron los únicos que no cuestionaron el contenido de la charla, uno nunca sabe quién va a ser el aliado circunstancial de turno, diría un morenista amigo.

La noche anterior hicimos un guiso sin carne, acá se utiliza mucho por el frío, allá tomamos mates. Le dicen sopa y es un guiso de todos los colores, con mucha verdura, porotos, arroz… y bastante picante. Llamamos al traductor, Miguel - que tiene 30 años, habla cuatro idiomas, traduce textos y entiende nuestras terminologías - para que no se olvide de ir.

Tuvimos que ir más temprano porque el lugar no tiene calefacción y había que calentarlo. Nancy nos estaba esperando. Ella es chilena y ahora vive en Berlín. En el lugar, que se llama “La casa de Salvador Allende”, se reúnen unos siete grupos, todos comparten ideología y lucha pero tienen independencia y autonomía.

Se reúnen poco y la actividad política es escasa, contaba Nancy. Ya era la hora de la actividad y las personas iban llegando: un par de españolas, unas alemanas, unos compas luchadores por la causa de Honduras, chilenxs, argentinxs, de todo un poco. Cuanta historia junta, cada una con su bagaje, con su búsqueda, con su lucha.

Gente buscando calor, con una temperatura que con suerte asciende a siete grados. Yo sentía temor y mucha responsabilidad, preguntándome a cada rato qué necesitaban escuchar cada una de esas personas.

Hombres y mujeres de diferentes lugares del mundo y una misma búsqueda, eso que a los luchadores nos quita el sueño, eso que nos hace diferentes y por lo cual, de alguna u otra manera nos persigan. Por pensar distinto, por querer romper las barreras de los idiomas y las fronteras, por animarnos a este viaje. 

Con ellos y ellas nos une la lucha por ser mejores humanos, por ser iguales, por ser libres, nos une la búsqueda constante y la lucha. Nos une la búsqueda de la igualdad y la libertad. ¡Que así sea! ¡Luchadores y luchadoras del mundo unidos!

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