
El martes 3 de febrero más de cien vecinos de la zona de Tristán Suárez escracharon a un violador que vivía en la zona de Vista Alegre, luego de esperar meses que la “justicia” tomara cartas en el asunto.
Los vecinos, gran parte de ellos organizados en la Coordinadora de Barrios en Lucha de Ezeiza, estaban tan indignados por la inacción de los jueces y la policía que decidieron escarmentar al violador, echándolo definitivamente del barrio.
Luego de tomar la decisión se dirigieron a su casa y armados con más bronca que los pocos palos que llevaban en sus manos, sumaron en el camino a buena parte del barrio, que decidió colaborar con la implementación de esta legítima acción de autodefensa.
El violador, que terminó en terapia intensiva y con varias de sus costillas rotas, nunca más volvió al barrio, cuyas mujeres respirarán, al menos por un tiempo, con cierta tranquilidad, asumiendo que los trabajadores y el pueblo pobre, cada vez que se deciden, son capaces de aplicar la justicia que niegan los de arriba.
Los violadores son un producto detestable de este sistema capitalista, putrefacto y maloliente. Por eso no hay manera de combatirlos sin recurrir a los mismos métodos que utilizan los de abajo cada vez que se enfrentan con otras enfermedades producidas por este mismo sistema.
Esas herramientas, la movilización y la organización independiente, son las que usaron las/as miles que marcharon por Eli Díaz en Córdoba e impusieron la cárcel a su violador y los/as miles que en cada barrio escrachan a estos miserables cada vez que los descubren.
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