Zainab Jalalian es una activista por los
derechos de las mujeres, de origen kurdo. Nacida en 1982 en Maku, República de
Irán, fue detenida en julio de 2007 en la provincia kurda de Kermanshah por
oficiales del Ministerio de Información y sometida a tortura durante 8 meses en
dependencia de ese ministerio. Como
resultado, Jalalian comenzó a sufrir hemorragias internas e intestinales.
Dos años después de su arresto, en un
juicio que duró sólo unos minutos y sin contar con representación legal, fue
acusada de ser "enemiga de Dios" y a los 27 años, condenado a muerte
por el Estado Iraní.
En 2010 fue trasladado a la temible prisión
de Evin, en Teherán, a una sección conocida por torturar a los prisioneros
hasta conseguir confesiones.
Posteriormente fue transferida de nuevo a Kermanshah, donde debía esperar
su ejecución.
Entre 2009 y 2010 organizaciones de mujeres
kurdas y organismos de Derechos Humanos, entre los cuales participó Amnistía
Internacional, realizaron una campaña internacional en contra de su ejecución,
cuyo resultado fue la conmutación de su sentencia a muerte por la condena a
cadena perpetua.
En 2011 el Comité de Reporteros por los
Derechos Humanos de Irán (CHRR) dio a conocer un informe, basado en entrevistas
a antiguos compañeras de celda, en el que señala que Jalalian fue torturada por guardias varones
quienes la golpearon con patadas como si fuera una pelota de fútbol, mientras
estaba atada y con los ojos vendados.
En los primeros tres meses de su detención,
sufrió este tipo tormentos que le provocaron lesiones graves en la cabeza que
sus interrogadores, en un acto inusual, se vieron obligados a trasladarla a un
hospital fuera de la cárcel.
El informe también revela que también fue
azotada en las plantas de sus pies hasta desmayarla. Cuando finalmente recuperó
la conciencia; la obligaron a caminar sobre sus pies y luego fue azotada de
nuevo.
En otra sesión de tortura su interrogador
amenazó con violación y cuando ella protestó, la golpeó con una barra de hierro
rompiéndole el cráneo. Se cree que fue este golpe, junto con muchos golpes más
repetidos a la cabeza, los que afectaron a su visión.
También destaca el informe, que se le negó
sistemáticamente la atención médica para sus heridas, a pesar de muchas huelgas
de hambre que realizó. Ella perdió la visión en ambos ojos y continúa
encarcelada en una prisión lejos de su familia, mientras que sus visitas son
restringidas y no se le permite el contacto con otras detenidas.
Su abogado, Mohammad Sharif, declaró que ella
está en condiciones físicas y psicológicas críticas y que si no recibe el
tratamiento médico adecuado, su salud se deteriorará aún más. Las autoridades
políticas, judiciales y penitenciarias
de la República Islámica de Irán han negado el derecho a la asistencia
hospitalaria para el tratamiento para su problema de vista.
En nombre de la dignidad humana pedimos a
los hombres y mujeres de organizaciones, políticas, sociales, de Derechos
Humanos, estudiantiles, personalidades del arte y la cultura, sumar su
compromiso solidario con la campaña internacional por la libertad y el urgente
tratamiento médico para Zaineb Jalalian.
Desde el Comité de solidaridad con el
pueblo de Kurdistán reclamamos, además, la libertad de todos los/as presos/as políticos/as
kurdos/as encarcelados en Irán y el inmediato cese de las ejecuciones, que son
moneda cotidiana en ese país.
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