El pueblo Kurdo representa la más
numerosa etnia sin estado propio, con más de 40 millones de personas que llevan
décadas sufriendo las políticas de exterminio de los gobiernos del suroeste
asiático. El Kurdistán abarca territorios que quedaron bajo el dominio de Irak,
Irán, Turquía, Armenia y Siria.
El reparto de las tierras kurdas entre
estos estados burgueses y la persecución implacable contra sus habitantes -que
se profundizó luego de la Primera Guerra Mundial- tuvo y tiene el objetivo de
consumar el saqueo de sus recursos naturales, como el agua, las tierras
fértiles y las riquísimas reservas petrolíferas.
A partir de la guerra civil siria
el pueblo kurdo del norte de ese país -Rojava- consiguió imponer su
autogobierno -conformado por 22 hombres y 22 mujeres- asentado en asambleas
populares y comunas defendidas por milicias integradas por la misma proporción
de mujeres. Gracias a esto lograron la convivencia pacífica entre todas las
minorías étnicas, religiosas y culturales.
En estas instancias de
organización las mujeres kurdas están jugando un papel de vanguardia, peleando
por la autodeterminación de su pueblo y su propia liberación, algo
extraordinario si se tiene en cuenta el predominio del fundamentalismo islámico
sobre las sociedades vecinas, donde el género femenino quedó relegado a un
estado de sumisión comparable al de la Edad Media.
El combate de estas compañeras se
potenció con la “Primavera Árabe” -un proceso de rebeliones que tumbó a varias
dictaduras-, mientras que las disposiciones y decretos del auto/gobierno
constituyen un ejemplo hacia el conjunto de los pueblos y un avance
revolucionario en la lucha por las libertades democráticas y los derechos de
las mujeres.
Entre otras cuestiones
determinaron la separación del estado de la religión, la prohibición de
matrimonios por debajo de los 18 años -las niñas y niños podían entregados en
matrimonio a cambio de dotes- la prohibición de la circuncisión femenina y de
la poligamia, la libertad, igualdad de oportunidades y no discriminación para
hombres y mujeres, etc.
Los gobiernos títeres de Estados
Unidos -a la cabeza de los cuales está Turquía- pretenden que este ejemplo no se
expanda entre los 40 millones de kurdos y -a través de ellos y de ellas- hacia
las comunidades de esa parte del planeta, que están profundamente motivadas por
la derrota del ejército sionista en la Franja de Gaza.
Kobane, la resistencia
por la dignidad humana
La ciudad de Kobane -a pocos
metros de la frontera turca y dentro de la región de Rojava- se ha transformado
en el último bastión de la resistencia del pueblo kurdo contra el asedio los de
los mercenarios del Estado Islámico, quienes ya han establecido un gobierno de
carácter teocrático en distintas provincias de Irak y Siria.
La coalición -encabezada por
EE.UU.- para supuestamente “acabar” con estos mercenarios del ISIS no ha hecho
nada para detener la ofensiva de estas bandas
que arrasan pueblos y ciudades masacrando civiles, decapitando “infieles” y
sometiendo a los sobrevivientes a las leyes del Corán.
Es que los yankys, turcos y demás
aliados no pretenden derrotarlos, sino aprovechar su presencia para justificar
un futuro desembarco de tropas propias y utilizarlos para que realicen el
“trabajo sucio”, que hoy pasa por aplastar al pueblo kurdo aniquilando sus
heroicas milicias populares.
El accionar de ISIS es un pretexto
para justificar la intervención yanki. Por eso no es casualidad que tanto la
CIA, como el Mossad -servicio secreto israelí- y las fuerzas represivas turcas estén
siendo acusadas de organizar al Estado Islámico. ¡Lo mismo que hicieron desde
el Pentágono cuando inventaron a Bin Laden y Al Qaeda!
Para Obama y el presidente turco
Erdogan el verdadero peligro no son las tropas fundamentalistas, sino la
extensión de la revolución kurda de Rojava, razón por la cual apañan a los
combatientes del ISIS, que pasan la frontera turca para atenderse en sus
hospitales o reaprovisionarse.
Las milicias kurdas encabezadas
por miles de las mujeres de Rojava están defendiendo Kobane con sus armas
en la mano y hasta el último aliento. ¡Muchas de ellas ya han sido masacradas,
mientras que otras se terminaron suicidando para no caer en manos de los de las
bandas contrarrevolucionarias!
El grito de guerra de nuestras
hermanas kurdas por la libertad y la dignidad humana tiene que ser nuestra bandera de lucha. Convocamos
a todas las mujeres de Argentina y del mundo a ubicarse en la trinchera del
pueblo de Kobane, porque el triunfo
de sus milicias será el de todas las mujeres que luchamos contra la opresión y
explotación del sistema capitalista patriarcal.
Mujeres ¡Ahora es
Cuando!
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