Por María Álvarez
A las 8 de la mañana llegamos, puntualmente, al Penal del barrio Alto Comedero en San Salvador de Jujuy. Pudimos entrar hasta el pabellón de mujeres con el auto de un amigo de la familia. Apenas la vimos la abrazamos, cargamos sus cosas y volvimos rápidamente a arrancar hacia la entrada. Allí su mamá Elvira, su hermana Erica y yo la esperamos durante algunos minutos que parecieron eternos.
Foto: Mirta, abrazando a Romina, apenas llegó a su casa
A las 8 de la mañana llegamos, puntualmente, al Penal del barrio Alto Comedero en San Salvador de Jujuy. Pudimos entrar hasta el pabellón de mujeres con el auto de un amigo de la familia. Apenas la vimos la abrazamos, cargamos sus cosas y volvimos rápidamente a arrancar hacia la entrada. Allí su mamá Elvira, su hermana Erica y yo la esperamos durante algunos minutos que parecieron eternos.
Finalmente la divisamos a lo lejos. Romina
salía custodiada por una celadora, avanzando lentamente por el camino obligado
-unos doscientos metros- hasta la última requisa que la separaba de la
libertad. Así fue como el domingo 24 de junio en horas de la mañana -el mismo
día de su cumpleaños- Romina Tejerina dejaba atrás 9 años, 4 meses y un día de
injusto encarcelamiento.
En la casa la esperaba la luchadora más tenaz
por su libertad, su hermana Mirta. El abrazo de bienvenida se hizo interminable,
como queriendo prolongar ese momento de felicidad luego de tanto dolor y
sufrimiento. La imagen de Mirta y Romina abrazadas, llorando
de alegría, es la que, seguramente, se habrán representado miles de mujeres –con
una sonrisa de satisfacción- al enterarse de la noticia.
La
libertad de Romina fue bandera de lucha
La
tragedia de Romina hizo caer los velos de la hipocresía, ya que puso sobre el
tapete el rol de los sectores políticos, religiosos, de la justicia, la salud y
la educación que convalidan la violencia contra las mujeres, negándonos el
derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo. Romina fue
rehén del poder judicial y del gobierno de los Kirchner. Ambos defensores de
los principios reaccionarios de la jerarquía eclesiástica que penaliza el
aborto, permitiéndole su ingerencia en la educación y demás asuntos del Estado.
El 1 de Agosto de 2002, Romina, que por
entonces tenía 18 años, fue violada en San Pedro Jujuy, por Pocho Vargas, un
comerciante hermano de un Policía, de 38 años de edad. Después de sufrir el
abuso, como tantas otras víctimas no se animó a hacer la denuncia por
vergüenza, temor y culpa. Por esas mismas razones ocultó el embarazo y, presa
de la desesperación, intentó abortar varias veces. Romina terminó pariendo sola
en el baño de su casa, en medio de un estado de shock -brote psicótico según
los médicos-. “Vi la cara del violador”, repitió una y otra vez.
La ola de indignación frente al fallo de la
justicia, que en 2005 la declaró culpable de homicidio agravado por el vínculo
y consagró la impunidad para el violador, se extendió a amplios sectores de la
sociedad.
Esto permitió que miles de Rominas comenzaran a hablar
y a denunciar la larga cadena de opresiones de la cual son víctimas. Por esto la lucha por la libertad de Romina continúo vigente a pesar del castigo "aleccionador" dirigido –especialmente– a las más
pobres para que callen y no se rebelen contra la violencia y la humillación.
La campaña por Romina, encabezada por las
mujeres de la
Corriente Combativa Clasista del PCR y Mirta y apoyados desde
el inicio por la izquierda, organizaciones feministas y compañeras del
movimiento de desocupados, cosechó innumerables adhesiones en todo el país. La
respuesta del “progresismo” a ese intenso reclamo del movimiento de mujeres fue
enfriar el tema mediante recursos judiciales.
Favorecieron esta estrategia las referentes de
la Campaña Nacional por el Derecho al
Aborto que se negaron a incorporar la libertad de Romina como parte de la misma
lucha. La excusa era no “provocar polémicas distractivas”. En realidad,
seducidas por el doble discurso kirchnerista, querían evitar que la
movilización cuestionara al mismísimo gobierno del Frente Para la Victoria, por
cuyas manos pasaba la decisión política de despenalizar el aborto y liberar a
Romina.
Las mujeres de Libres del Sur y de varios
sectores de la CTA militaban en esa época para el oficialismo, apoyando,
vergonzosamente, esta línea gubernamental. Desgraciadamente desde el PCR
consensuaron con estas, alentando confianza en la Justicia. En ese sentido son
responsables de haber volcado el apoyo de miles de mujeres y de un sector
amplio de la sociedad para con la causa de Romina hacia la vía muerta de las
iniciativas judiciales.
Esto provocó que en el XXI Encuentro Nacional
de Mujeres de Jujuy –del 2006– la
Comisión Organizadora, con mayoría de mujeres de la CCC, CTA
y la Iglesia, no haya tomado a la situación de Romina y la pelea por el derecho
al aborto como un eje central. ¡Lo dramático del caso es que el Encuentro se
realizaba en la provincia de Romina! A pesar de esto más de cinco mil mujeres
superamos el boicot y, sin sonido ni luz, realizamos un acto frente al penal
para que Romina supiera que no estaba sola y que íbamos a seguir peleando por
su libertad.
El agotamiento de la vía judicial
En abril del 2008 la Suprema Corte de Justicia ratificó
la condena a 14 años de presión. Agotada esa última instancia de apelación, era
más que necesaria la exigencia al poder político, reclamando el indulto. Para
imponerlo había que movilizar impulsando la mayor unidad de acción. Sin
embargo, nuevamente el PCR eligió el camino de la institucionalidad,
priorizando el pedido de reinstalación de la figura del infanticidio a través
de la sanción de una ley del parlamento.
La confirmación del encierro fue un duro golpe
para el movimiento de mujeres que tomó la causa como emblema de lucha, a pesar
de lo cual continuaron los reclamos por la legalización del aborto, contra la
violencia y por la cárcel a los violadores. En todos ellos la situación de
Romina se hizo presente. Los casos de infanticidio posteriores (Como el de Eli
en Córdoba -decidida por Jurado Popular debido a la presión de la comunidad-,
el de N de Entre Ríos y C de Neuquén) mostraron que la lucha por Romina había
abierto el camino para lograr la libertad de las jóvenes víctimas.
Romina en peligro…
Luego de la confirmación de la condena la
justicia y el sistema penitenciario continuaron ensañándose con Romina. Tanto
que a principios del 2009 su hermana tuvo que reclamar ayuda. Inmediatamente se
organizó una conferencia de prensa en el Congreso Nacional con la presencia de
Mirta. Desde allí se anunció el viaje a Jujuy de más de 60 mujeres de las
organizaciones izquierda, comisiones internas, legisladoras provinciales y
nacionales, Madres de Plaza de Mayo de Quilmes y Línea Fundadora y periodistas.
Esta Comisión, que se entrevistó con el Juez,
el gobernador y el director del penal, visitó a Romina y a sus compañeras de
prisión. La acción sirvió para que cesaran los hostigamientos y más adelante
para que le reconocieran el beneficio de salidas por estudios terciarios y
trabajo. A Romina no le regalaron nada, la movilización obligó a que le otorgaran
los derechos que le correspondían, como a cualquier preso. Luego de cumplir los
dos tercios de la condena de 14 años, terminó recuperando la libertad, algo que
también lo prevé la ley.
A Romina la condenaron por ser mujer y pobre.
Del porvenir espera tener un trabajo para poder seguir estudiando, disfrutar de
las cosas buenas de la vida, como cualquier chica de su edad. Nosotras
confiamos en que todo lo que pasó durante estos años de lucha, encierro y
sufrimiento, sirvan para sacar las mejores conclusiones, de manera de continuar
peleando consecuentemente contra los gobiernos de turno, sostenedores del
sistema capitalista patriarcal. Será la única manera de arrancar las conquistas
que les son negadas a todas y cada una de las Rominas.
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