
El Tribunal Oral 1 de Morón condenó al cura Grassi a 15 años de prisión, aunque sin enviarlo a la cárcel por no existir condena efectiva.
El juicio y la condena contra un representante de la poderosa y reaccionaria Iglesia Católica es un hecho político importante, que se inscribe en el marco de un proceso más general de luchas contra la violencia hacia las mujeres y los niños, que puso tras las rejas a algunos violadores relacionados al poder, como el médio Anzaldo en Cinco Saltos.
Pero el fallo y la libertad que todavía mantiene Grassi mostraron los límites insalvables de esta “justicia” al servicio de los ricos y poderosos, incapaz de ir a fondo contra la Iglesia, uno de los pilares fundamentales del actual sistema capitalista de dominación que le paga el sueldo y le da la letra a los jueces.
Esta "Justicia" que mantiene presa a Romina Tejerina -víctima de violación- mientras deja libre a su victimario Pocho Vargas y le permite al delincuente Grassi recorrer la mayoría de los medios para realizar declaraciones y ubicarse como “víctima” de una supuesta conspiración.
Hay que redoblar la lucha por meter preso -en cárcel común y con un pena mayor- a Grassi, pero también para que el estado deje de subsidiar a la Iglesia Católica, que con su educación y métodos reaccionarios continuará gestando miles "padres grassis".
Convergencia de Izquierda se hizo presente en la puerta del juzgado de Morón para exigir una dura condena y cárcel -común- para Grassi, el fin de los subsidios y privilegios a la Iglesia y la libertad para Romina Tejerina.
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