La legalización del aborto es una necesidad Por Gisela Bustos de Izquierda de los TrabajadoresSara, docente de Malvinas Argentinas,nos comentó un hecho sucedido en su escuela, uno de los tantos que recorren la realidad que se vive a diario en los sectores más golpeados de nuestra sociedad: “En noveno año una alumna se descompuso.
Como hacía calor y estaba muy abrigada le pedimos que se pusiera más liviana de ropa y notamos que ocultaba algo.
Pensamos que tenía problemas en su casa, ella era muy callada y se aislaba en clase. Nos dijo que tenía un atraso de cuatro meses pero, por su falta de información, no lo asociaba a un embarazo.
El seguimiento del tema confirmó que estaba embarazada de su papa biológico, quien abusaba de ella desde los 7 años. Lo terrible es que ella lo tomaba como algo a lo que debía acceder.
Cuando citamos a la “madre”, dijo desconocer la situación. Como si fuera poco, la chica, apenas una nena, cargó con las culpas y fue enviada fuera de Buenos Aires para tener a su bebe que nació con síndrome de down.
Al cabo de unos meses, sin otra salida, tuvo que volver a su casa como si nada hubiese pasado.”
En las últimas semanas los medios publicaron un caso de Mendoza. Allí la víctima tiene 12 años, embarazada de su padrastro tras ser reiteradamente violada.
La madre al enterarse denuncia el hecho y solicita autorización judicial para el aborto. Frente a ello el juez pide el pronunciamiento de un comité de bioética.
La resolución judicial niega el derecho a abortar y quita la tutela de la menor a la madre.
El fallo se funda en la supuesta voluntad de la niña de continuar con el embarazo, decisión instigada por el miedo y los engaños de fanáticos religiosos; según el juez el caso no está expresamente contemplado en el texto del art. 86 inc. 2 del Código Penal (violación de mujer idiota o demente) y el objetivo del aborto era ocultar “el cuerpo del delito”.
Decisiones criminales como ésta son moneda corriente en la realidad cotidiana, aumentando embarazos no deseados e infanticidios, y condenando al calvario y la muerte a niñas y mujeres, pobres y trabajadoras, por abortos clandestinos.
Entre tanto, el poder judicial condena a Romina Tejerina dejando en libertad a su violador; cada día se suma una nueva víctima de la violencia doméstica, mientras Ricardo Barreda goza de prisión domiciliaria; la trata sigue esclavizando sexualmente a mujeres y niñas al servicio de impunes políticos, empresarios y miembros de las fuerzas de seguridad; y en Merlo se descubre que bajo el ofrecimiento de trabajo, un hombre abusaba de jóvenes de entre 15 y 18 años que se presentaban por su necesidad laboral.
La violencia de género, de derechos sexuales y reproductivos crece año a año, victimizando a la mujer en general, pero golpeando de forma directa a las trabajadoras, doblemente oprimidas por el sexo y por la clase.
Frente a ello nada podemos esperar de Cristina Kirchner, quien prometió al Papa no consentir el aborto, mientras Graciela Ocaña, ministra de salud, opina que la primera causa de muerte materna y tercera de muerte femenina en Argentina, no es un problema sanitario sino un tema de política criminal.
Nuestra única salida es la unidad y la lucha. Por eso la legalización del aborto debe ser una pelea que tome con firmeza cada gremio y cada organización.
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