
La Convergencia de Mujeres Socialistas, junto a las compañeras Trabajadoras Socialistas de Santa Fe, participamos activamente de la convocatoria a la Asamblea Por el Derecho al Aborto, llamada por las dirigentes de la Campaña, en el marco de la primera jornada del Encuentro en Córdoba.
Algunas de nosotras ya habíamos sido protagonistas de la asamblea auto-convocada que tuvo lugar en el Encuentro de Rosario en el 2003. Allí empezamos la discusión que permitió iniciar una serie de acciones con el objetivo de conquistar la legalización del aborto, poniendo en pie la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto.
Después de dos movilizaciones exitosas en noviembre del 2003 y marzo del 2004, junto con la recolección de más de 50.000 firmas a favor de la sanción de la ley, “La Campaña” entró en una dinámica de retroceso y de parálisis, por culpa del alineamiento de la mayoría de sus referentes con la política del gobierno kirchnerista.
La parálisis no fue gratuita para las mujeres, ya que en 4 años más de 2000 mujeres pobres y trabajadoras pagaron con sus vidas la negativa del gobierno a legalizar el aborto. Otras miles han sufrido y siguen sufriendo las consecuencias de infecciones y amputaciones y embarazos no deseados.
¡Es una cuestión de vida o muerte! Por eso había que revertir esa situación profundizando la campaña, ganando las calles, llevándola a los lugares de trabajo, de estudio, los barrios, sindicatos, los movimientos por los derechos humanos, etc. Esa era la única manera de provocar una movilización poderosa capaz de imponer el reconocimiento de este derecho.
Ese fue el objetivo de las más de 1500 mujeres que las dirigentes de la Campaña no quisieron escuchar, retirándose de la asamblea para no convalidar propuestas y acciones que en los hechos iban en contra del gobierno. Lo mismo hicieron -a través del boicot.- tanto la CTA como uno de los partidos que tiene mayor influencia en los encuentros, el PCR-CCC.
La Asamblea terminó votando una agenda de movilizaciones, junto con el impulso de comisiones de mujeres en los lugares de trabajo, estudio y barrio para organizar estas y otras actividades. Lamentablemente, después del Encuentro, estas resoluciones fueron desconocidas por quienes tenían la responsabilidad de llevarlas adelante.
En vez de dedicarse a garantizar las acciones involucrando de manera amplia y sin sectarismo a todos los sectores dispuestos a incorporarse, las militantes del PO y del PTS (secundadas por compañeras del MAS e Izquierda Socialista) terminaron desconociendo las mismas resoluciones que ellas habían votado, imponiendo una política aparatista y un balance de la Campaña, que discutieron entre ellas por fuera de la propia asamblea.
La izquierda le puso una barrera infranqueable a muchas militantes feministas, grupos, organizaciones y personalidades independientes que coinciden en la necesidad de profundizar la campaña y estaban a favor de unirse en las acciones que votamos en Córdoba.
La negativa a impulsar la unidad se expresó en las reuniones y declaraciones con las que se convocó a la primer jornada de lucha resuelta por la asamblea (Día de la no Violencia hacia la Mujer) y en la propia movilización.
Nada hicieron las dirigentes del PO, PTS, MAS e IS por aprovechar esa marcha para realizar un amplio llamado para que se incorporen al Plan de Lucha todos los sectores dispuestos a tomarlo en sus manos, especialmente aquellas mujeres que habían sostenido (junto con la izquierda) la mayoría de las actividades de la Campaña.
La mayoría de los partidos, lejos de priorizar la unidad, pusieron todo el peso de sus aparatos al servicio de autoproclamarse como “La” Comisión de Lucha por el Derecho al Aborto, lanzando en los hechos una nueva “Campaña” y un nuevo “Movimiento Nacional“.
Por eso, tanto en la marcha como en el acto de la Plaza de Mayo no participó ningún sector independiente. Pero lo peor del caso es que esos partidos terminaron cambiando la agitación y la denuncia contra la violencia hacia las mujeres y por la legalización del aborto y la libertad de Romina, por una propaganda de carácter obrerista, que nada tenía que ver con el carácter de la convocatoria.
Las compañeras de la Convergencia de Mujeres Socialistas rechazamos esta política, ya que pretende reemplazar la amplia unidad de acción por los acuerdos entre los aparatos. Rechazamos igualmente la auto proclamación con la que se pretende imponer el liderazgo de los partidos trotskistas a un movimiento, en el cual las militantes de izquierda somos aún una minoría.
Les pedimos a las compañeras de esos partidos que reflexionen. Si continúan con esa política, solo lograrán desmoralizar a muchas compañeras, desperdiciando valiosos esfuerzos militantes.
Hacemos un llamado a todos los sectores, tanto a quienes están en contra de mantener una campaña testimonial (encorsetada en los marcos del parlamentarismo estéril) como a las compañeras que no están dispuestas a facilitarle la tarea al gobierno y a la Iglesia, a pelear por un poderoso Plan de Lucha Unitaria, enfrentando para eso todo tipo de auto proclamación y aparatismo.
Debemos impulsar la mayor unidad posible, de manera de profundizar la Campaña con acciones directas, empleando todas las herramientas que nos sirvan para lograr la legalización del aborto. La jornada nacional prevista para reclamar la libertad de Romina (a 5 años de su encarcelamiento) puede ser una excelente oportunidad para modificar este curso equivocado, garantizando una amplia convocatoria.
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